Ingredientes:
- Una empresa constituida legalmente
- Aceite (mucho y de todas las variedades habidas)
- Una licitación pública
- Un puñado de funcionarios de Gobierno corruptos, inoperantes o incompetentes
- Una ciudadanía adormecida, ciega y acostumbrada a depositar toda la responsabilidad en los funcionarios de turno
Preparación:
Tómese a la empresa legalmente constituida y hágasela participar en una licitación de obra pública. En dicha licitación habrá competencia, pero si los engranajes del sistema han sido correctamente aceitados, no habrá inconvenientes en ganar dicha licitación.
Una vez ganada la licitación, la empresa legalmente constituida debe comenzar los trabajos requeridos en el plazo estipulado. Probablemente, durante la ejecución de la obra se produzcan daños a la propiedad privada y pública y en el contrato de licitación estará estipulado que la empresa legalmente constituida deberá reparar esos daños. De no hacerlo así, el estado podrá no aceptar la obra, lo que significa el no cobro por parte de la empresa legalmente constituida del trabajo realizado. Al tener que lidiar con los daños provocados por las obras, recurriremos al aceite (una vez más) y lo usamos sobre el puñado de funcionarios de Gobierno corruptos, inoperantes o incompetentes. Éstos funcionarios disiparán los reclamos de la Ciudadanía que no duerme y vidente con medidas dilatorias, desligándose de responsabilidades y, en el peor de los casos, arreglando parcialmente estos daños a costo del Gobierno.
De esta forma, el dinero que debía utilizar la empresa legalmente constituida en la reparación de dichos daños, pasan a ser ganancia, ya que la ciudadanía adormecida, ciega y acostumbrada a depositar toda la responsabilidad en los funcionarios de turno se hará cargo (con su propio dinero) de reparar dichos daños y el Gobierno se hará cargo (con el dinero de los impuestos de la ciudadanía anteriormente descripta) de lo que falta (ahora o en el futuro) para dejar en condiciones las zonas afectadas por el paso de la obra en cuestión.
El ejemplo DYCASA, S.A.:
No voy a cuestionar en este caso la concesión de la obra de cloacas a la empresa DYCASA, voy a cuestionar el durante y el después de las obras de cloacas en el Barrio San Ignacio, Partido de San Miguel.
Desde hace más de un año, los Vecinos del Bº Parque San Ignacio, venimos realizando reclamos respecto a las consecuencias del tendido de la red cloacal realizado por la empresa DYCASA.
Hemos reclamado vía telefónica y mediante notas ante la Municipalidad del Partido de San Miguel hasta el hartazgo. Sin embargo, en contadas ocasiones algunos vecinos (me incluyo), hemos recibido algunas respuestas y soluciones parciales a los inconvenientes planteados.
Las respuestas de la Municipalidad han sido de las más variadas, llegando algunas a ser inverosímiles. La Municipalidad del Partido de San Miguel – encabezada por el Intendente Joaquín de la Torre – ha llegado a responder que no depende de ellos el control de las obras en cuestión, ya que se trata de una obra del Gobierno de la Provincia de Buenos Aires. Hablando con personal mismo de la Municipalidad, me entero que los reclamos en el partido por este tema son muchos pero que “no hay nada que nosotros podamos hacer”. La mayor paradoja es que la Municipalidad dispone de móviles que recorren constantemente el partido, que ven lo que ha hecho la empresa y no hacen nada - o no lo hacen de manera efectiva – para obligar a la empresa a cumplir, nada más y nada menos, que con lo que estipula el contrato de la licitación de las obras.
Después de mi quinto reclamo por el estado calamitoso en el cual había quedado mi calle, me llamaron por teléfono de la Municipalidad para avisarme que al día siguiente se haría presente el Ing. Federico Gonzalez-Oría de la DPAC (Dirección Provincial de Aguas & Cloacas). El Ingeniero recorrió parte del barrio y zonas aledañas verificando el estado de las calles. “Casualmente”, a los cinco minutos de haberse ido el Ingeniero Gonzalez-Oría, se hizo presente el Sr. Claudio Ruiz de Larrea, Jefe de Producción de la Obra 525 – Red de Desagües Cloacales San Miguel Oeste I y II de la empresa DYCASA, S.A.
Al día siguiente, comenzaron a arreglar parte de mi calle. Trajeron 4 camiones con cascote y dejaron el 60% de la calle transitable. También dragaron parte de las zanjas de la cuadra, que habían quedado tapadas por tierra que la empresa había dejado a un costado. Fantástico. El problema es que nunca continuaron con los trabajos y el resto de la calle Belgrano sigue estando en estado deplorable.
El vecino Néstor Santa Ana, en la nota que presentara en la Municipalidad el 14 de Abril de 2009 (Mesa de entrada# 15938), hace mención a la peligrosa situación que se produjo el 9 de Abril 2009 en la cual mientras se operaba una de las máquinas excavadoras se rompió un caño de gas con la misma, produciendo una fuga de gas. ¿Es posible que una empresa se maneje con tanta irresponsabilidad?
Las calles del barrio (y todas aquellas por las cuales he transitado en las cuales se realizaron las obras de cloacas en el partido) han quedado en bastante mal estado. Los arreglos de los cruces de calle de los caños instalados hoy en día están hundidos (ya sea que la empresa los haya tapado con tierra solamente o con tierra y asfalto); los laterales de las calles sobre las cuales se trabajó quedaron deteriorados, muchas veces hundidos en varios centímetros porque la tierra cedió; el poco asfalto que había en el barrio quedó poceado, producto del tránsito de maquinaria pesada utilizada en las obras; en la calle Las Heras & el arrollo, tiene un poste de luz y una columna luminaria torcidos por causa – asumo – del movimiento de tierra que se sacó para la instalación de caños. En la esquina de Belgrano y Pichincha, han tapado el caño y las zanjas de la calle Pichincha por las cuales circulaba el agua y ahora sólo hay agua estancada.
El 3 de Febrero de 2010, tuve mi última reunión con el Sr. Claudio Ruiz de Larrea. Ése día llovía mucho y en mi camino al obrador de la empresa, en el cruce de la calle Las Heras y el arrollo, noté que el agua de la lluvia se había juntado en la calle de tierra que la empresa había “alisado”. Lo que la empresa no tuvo en cuenta fue que en el tendido de los caños, taparon el caño que llevaba el agua de la calle hasta el arroyo y toda esa agua se fue metiendo en las casas de los vecinos. El nivel del agua era de, por lo menos, un metro de altura. “Justo” me llamaron de la Municipalidad, a la cual advertí del peligro de la combinación del agua, el poste y luminaria torcida.
En ésa reunión (3 de Febrero 2010), el Sr. Ruiz de Larrea me dijo que el 80% de mis reclamos (rotura de entradas de autos, rotura de asfalto, deterioro de las calles de tierra, etc.) eran justos, pero que ellos no iban a arreglar el asfalto sobre la calle Martel entre Italia & Las Heras porque el mismo tenía una terminación irregular y porque ellos no lo habían roto en la obra. Me pidió 30 días para solucionar todos los inconvenientes de las calles del barrio. Le pedí que me diera la misma explicación y me enviara la propuesta y el plan con las soluciones por escrito y le comenté que debía consultar al resto de los vecinos para darle una respuesta. Al día de la fecha, nunca recibí por escrito la explicación, ni la propuesta ni un plan de soluciones a los problemas planteados.
Hoy, 125 días después de aquella reunión, nada más ha hecho la empresa DYCASA por solucionar los inconvenientes provocados por la obra que lleva adelante.
¿Por qué como simple ciudadano tengo que reunirme con personal de la empresa ejecutora de las obras? ¿No corresponde al estado hacerlo?
La impresión que me deja todo esto es que ni la municipalidad ni el gobierno de la provincia de buenos aires (en el área que sea) se encarga de controlar el desenvolvimiento y perjuicios que las obras producen a los vecinos. Aparentemente, ninguno de los organismos es capaz de darse cuenta del daño económico que este tipo de cosas producen a la provincia. Si ningún vecino se queja, nada se hace. Si yo no hubiera reclamado cinco veces, si – quizás – no hubiera enviado copia de mi quinta queja al Ministerio de Infraestructura de la Provincia de Buenos Aires, mi calle hoy estaría en la misma situación que 4 meses atrás.
La connivencia entre la Municipalidad y la empresa DYCASA es (o fue) evidente. Independientemente de las cosas dichas, la intención no fue solucionar los inconvenientes descriptos, fue hacer que no reclamara más. ¿Por qué digo esto? Porque lo único que se arregló después de la visita (en un solo día) del Ingeniero González Oría, del Sr. Ruiz de Larrea y el llamado de la Municipalidad el día previo, fue un 60% de mi calle. El resto se mantuvo y se mantiene casi igual.
Algunas semanas atrás, pasaron camiones de la Municipalidad de San Miguel arreglando la calle Alvear. Esto me molesta sobremanera porque se están utilizando recursos y mano de obra (léase: DINERO) del Municipio en arreglar algo que la empresa DYCASA debería hacer porque le corresponde; dinero que, por otra parte, podría utilizarse para satisfacer otras necesidades (hambre, educación o salud); dinero, vale la aclaración, de todos los contribuyentes del partido. Me niego rotundamente a financiar el incumplimiento de una empresa.
Y es ésta es la causa de mi indignación: estas calles rotas por la empresa en su “obrar” serán arregladas quizás en el mandato del Intendente Joaquin de la Torre, o en otro, pero al final del día, es mi dinero (y el de todos los del partido de San Miguel) el que se utiliza para reparar lo que una empresa debió reparar.
Si me pongo a pensar en la cantidad de obras que se llevan adelante en la Provincia y hago una analogía con lo que sucedió en mi partido, poco me cuesta entender porqué el déficit de mi provincia es tan grande: a nadie le importa. Es dinero que parece ser “de nadie”, por eso no se controla, por eso no se es efectivo en los controles y en las penalizaciones.
Todo, absolutamente todo lo que se realiza, lo paga alguien: mis vecinos de las calles Maestro Sarmiento (Ex Guillén) y Charlone pusieron dinero de sus bolsillos para colocar postes y comprar ladrillo partido a lo largo de toda la cuadra y desparramar el ladrillo partido en la calle (trabajo que hicieron con palas y en su propio tiempo); los vecinos de la calle Belgrano (Entre Sarmiento y Alvear) pagaron con su propio dinero el mejorado que desparramaron en su cuadra; varios vecinos del barrio arreglaron las entradas de auto de sus casas con su dinero o con su tiempo y dinero, para poder salir de sus casas, porque se les quedaba encajado el auto; el arreglo de los daños que produce circular constantemente con un vehículo sobre calles llenas de pozos o desniveles a sus costados, también lo pagamos los vecinos. En cierta forma, son impuestos indirectos que pagamos todos los vecinos del partido porque alguien no hace lo que tiene que hacer.
La intención de la presente es alertar – una vez más – a las autoridades respecto a esta situación para que lleven a cabo las medidas necesarias para evitar que situaciones como la descripta se dejen de producir y no vuelvan a ocurrir en el futuro. No nos sobra el dinero.
Lucas Ignacio Larumbe
8 de Junio 2010
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